Las naciones centroamericanas tienen un legado de historias y relatos emocionantes y coloridos, que son dignos de conocer y divulgar. ¡Le invitamos a disfrutar de las mejores Leyendas cortas de Guatemala, en este interesante artículo, no se lo pierda!
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Leyendas cortas de Guatemala
Las leyendas de Guatemala han sido interpretadas hoy como una forma de preservar el los tiempos remotos y la cultura nativa, en momentos donde prevalece el desarrollo y modernismo de las ciudades y el uso del idioma español y sus tradiciones.
Las leyendas cortas de Guatemala son las leyendas de la gente, que antes de ser recogidas y compiladas, se transmitieron por vía oral de generación en generación.
Estas historias combinan la realidad con la fantasía, sin embargo, se escribe y se relata como si fuera cierto, en el caso de Miguel Ángel Asturias, presenta lo legendario como si fuera cierto, lo que demuestra el valor de la tradición oral y las creencias de los pueblos indígenas de Guatemala, que de cierta forma fueron afectados por la colonización de los españoles.
Múltiples regiones de América comparten leyendas similares, ya que fueron compiladas después de la colonización de los españoles y comparten un pasado histórico similar. Como es el caso de los mitos y leyendas venezolanas, ecuatorianas, colombianas o mexicanas.
Generalmente estos cuentos suelen hacer referencia a nahuales, espíritus protectores, espantos y espectros, lugares específicos y tesoros escondidos, etc. Entre las leyendas de Guatemala más conocidas se encuentran la historia de Tatuana, el Cadejo, el sombrerón o el tesoro del lugar florido, entre otros. A continuación, les presentaremos algunas de las leyendas cortas de Guatemala más destacadas:
La Tatuana
Entre las leyendas cortas de Guatemala existe una muy conocida sobre una joven mulata muy hermosa y un tanto libertina conocida como Tatuana. Se dice que no tenía una conducta decorosa como la que exigía la sociedad de entonces, religiosa y estricta.
Amaba el lujo y los placeres y no asistía al templo muy seguido, la gente del pueblo murmuraba sobre su actitud y un día decidieron acusarla de brujería.
El tribunal de la Santa Inquisición estaba decidido a obligarla a confesar los delitos y crímenes que ellos le imputaron, pero Tatuana se negó rotundamente. Entonces el jurado decidió condenarla a muerte.
Mantuvieron a la joven encarcelada por varios días, entonces el día antes de la sentencia pidió como última voluntad un pedazo de carbón, algunas rosas blancas y una vela. Cuando tuvo en su poder todos los objetos preparó un ritual e invocó a un espíritu malévolo, pidiéndole su libertad a cambio de su alma.
Entonces entre conjuros y sortilegios dibujo una embarcación en la pared, donde para asombro de todos se subió junto al espíritu y escapó entre los barrotes de su celda.
Las personas dicen que la mulata Tatuana, aún anda vagando por el mundo en el bote y su alma no descansará jamás.
El cadejo
En Guatemala el Cadejo es considerado un espíritu protector y que no existe uno solo. El cadejo negro acompaña a los ebrios que andan dando tumbos por las noches, generalmente les ayudan a llegar hasta su casa.
Su apariencia es similar a un perro muy lanudo y de color negro, que al trotar produce un sonido particular pues tiene casquitos de cabra y los ojos color de fuego. Suele ser inquieto y un poco huraño.
Aun cuando suele asociarse con el mal, intenta proteger a los bebedores, pero si este le deja lamer la boca, es posible que jamás deje de beber y muera en nueve días, siendo seguido hasta el final por el espíritu del animal.
Por otro lado, está el Cadejo blanco, cuya misión es dar protección, sobre todo a mujeres y niños, manteniéndose siempre junto a la persona.
Los dos cadejos suelen toparse y mucha gente afirma verlos juntos, siempre y cuando uno no interfiera en la labor del otro.
El sombrerón
Llamado también Tzitzimite, este personaje no suele mostrar sus ojos que oculta bajo un gran sombrero, se viste de color oscuro y utiliza cinturón y botas de tacón, que le gusta sonar al andar.
Esta figura es de pequeño tamaño, dicen que, del tamaño de su mano, escondiéndose debajo de las almohadas sin ser notado.
Suele ser travieso y bromista, le agrada molestar a los caballos y anudar el pelo de su cola, haciendo que estos queden ariscos y un poco nerviosos, por lo que no se recomienda tratar de tocarlos y menos montarlos hasta que se calmen.
Además, le encanta perseguir a las mujeres, sobre todo las de larga cabellera y ojos grandes, cantándoles día y noche acompañado de su guitarra, sin dejarlas comer ni dormir. Las personas dicen que este personaje es una especie de duende y que suele ser molesto pero inofensivo.
Xocomil
En las comunidades que rodean el lago de Atitlán, llaman Xocomil al viento que suele agitar las plantas y aguas a partir de las cinco de la tarde, son corrientes de aire muy fuertes que no permiten que las embarcaciones naveguen por el lago.
Xocomil es mencionado en algunas leyendas cortas de Guatemala, siendo el causante de muchos eventos importantes para los habitantes de estas tierras guatemaltecas.
Según los relatos guatemaltecos, antes de existir el lago de Atitlán, en la zona había tres ríos que se encontraban justo en el centro del trío de volcanes.
En la zona se asentaba una importante tribu y todas las mañanas, la hija del cacique de la región, la hermosa Citlatzin acudía al lugar donde se mezclaban los ríos para bañarse.
La joven tenía una preciosa voz y siempre cantaba melodías dulces y conmovedoras, que hicieron que los ríos se enamoraran perdidamente de ella.
Las corrientes de agua esperaban cada mañana con impaciencia para escuchar la voz de su amada y los tres ríos se consideraban amantes de Citlaltzin, aun cuando sabían que sería la esposa de un príncipe de otra región.
Sin embargo, todo cambiaría, pues una mañana después de bañarse y deleitar a los ríos con su canto, la princesa se topó con Tzilmiztli, un joven plebeyo al que jamás había visto, pues era prohibido que la realeza tuviera tratos con el resto del pueblo.
Pero esto no evitó que ambos jóvenes se enamoraran y aprovechan cada mañana para verse, pues la princesa se bañaba presurosa y luego se encontraba con su enamorado. Como es de esperarse dejó de lado las dulces canciones y los ríos comenzaron a notar la situación.
Entonces decidieron interrogar a Xocomil, que estaba ocurriendo con su amada princesa y el viento les contó del amor entre Citlaltzin y Tzilmiztli.
La furia y los celos embargaron a los ríos, quienes decidieron finiquitar con el romance. Pidieron al viento que cuando los enamorados se acercaran al agua, empujara al joven para que este se ahogara en sus enfurecidas corrientes.
Así ocurrió, el viento empujó con fuerza a Tzilmiztli y este comenzó a hundirse en las aguas, entonces la princesa Citlatzin sin poder rescatarlo, decidió que no podía vivir sin su amor.
La muchacha se arrojó alas agua y tomo la mano de su amante, desapareciendo ambos en medio del revuelo de agua y viento, hasta las profundidades. Los ríos consideraron la acción de la mujer una traición y se enfurecieron mucho más, chocando entre ellos e inundando todo a su alrededor.
Se dice que ese fue el origen del lago de Atitlán y aún con el paso de los años el viento y las corrientes de agua nunca olvidaron a la traidora princesa Citlaltzin, agitándose con furia por su pecado.
El tesoro del lugar florido
La leyenda habla de la llegada de los españoles al territorio guatemalteco, durante la celebración de los nativos al final de la guerra, recibiendo a sus guerreros en medio de fiesta y celebración.
Se reunieron los pobladores cerca del lago, donde se elevaba un volcán al que llamaban “el abuelo del agua”, quien hasta ese momento se mantenía dormido, pero que sepultó los tesoros de la tribu antes que los forasteros se apoderaran de ellos.
Se cuenta cómo, entre la niebla y como fantasmas llegaron los españoles, enfrentándose ferozmente con los guerreros nativos, los demás pobladores, mujeres, ancianos, niños comenzaron a huir cuando los escuadrones blancos les dieron alcance y les atacaron para tomar el tesoro del lugar florido.
Los nativos abandonaron el tesoro al pie del volcán y los extranjeros se apresuraron para tomarlo. Pero fue cuando los hombres blancos sintieron el rugido del volcán, aun así, guiados por su ambición y codicia, decidieron ignorarlo.
Una vez que desembarcaron, el volcán les escupió fuego y las carreteras, los tesoros y los españoles fueron barridos por el fuego del abuelo del agua, silenciando en medio de la noche el sonido de trompetas y tambores. Las tribus lograron huir, pero los españoles cayeron a los pies del tesoro del lugar florido.
Las tablillas que cantan
La leyenda dice que, estas tablillas eran elaboradas en madera y pintadas con letras de canciones e himnos a los dioses, la guerra y las celebraciones.
Sus letras eran entonadas desde los templos y los hogares de la población, quienes escogían la que más les gustaba y el autor de dicha tablilla que eran conocidos como Mascadores de Luna recibían premios y honores, siendo coronados con ofrendas.
Aquellas que no se cantaban eran quemadas en fuego de los murciélagos y así todos los autores rechazados volvían al bosque a escribir canciones nuevas y pintar otras tablillas, comiendo luna en cada fase de la misma.
Cada tableta compuesta de estos personajes tuvo que ser cantada, de lo contrario se quemaba. Estos personajes tenían siete oportunidades para escribir una tableta, en siete ciclos de la luna.
Cuando uno de estos individuos no logró que cantaran su tableta en alguna de estas siete oportunidades era sacrificado en un ritual donde se danzaba y perdía su corazón.
La leyenda dice que Utuquel, un masticador de luna, le preocupaba su destino, porque no había sido escogido las seis veces anteriores y en la entrega de su séptima tableta anunció:
Yo, Utuquel, Marcador de Luna solitario, seré mañana sacrificado de corazón de chocolate, no tejeré más la estera de palabras sin precio, tejeré cenizas, tejeré flores marchitas… Pero ¡no! por qué yo, yo que si hablo hago el presente, si callo hago el pasado y si hablo dormido hago el futuro.
Pero su canto fue escogido y para su horror este que hablaba de lucha y tormentas abrasadoras se hizo realidad, arboles, casas, templos todo era destruido.
Se arrepintió de su creación y quería detener el canto, aun cuando perdiera y fuera sacrificado, entonces todo se detuvo repentinamente y comenzó una ceremonia.
Recibió de manos de un guerrero el título de Flechador de Cantos de Guerra por ser el ganador y el dardo de la noche, indestructible e inquebrantable. Utuquel sostenía entre sus manos su creación y cada capitán soplaba en ella para dar brillo y vivacidad a la coloración, los signos y las letras.
Cuando el jefe de la Fortaleza sopló todo se borró de la tablilla y se le indicó a Utuquel que la dejara en lo más alto del volcán señalado donde se desvaneció y pasó a ser una nube de donde nace los hermosos colores de arcoíris.
Leyendas del Itacayo o Sisimite
Según cuentan algunas leyendas cortas de Guatemala este es un ser sobrenatural que se encarga de proteger a los animales. Tiene características de mono y de hombre, es pequeño, peludo y con los pies volteados, es decir mirando atrás. Habita en las montañas y los lugares de vegetación espesa, considerándose dueño y señor de esos parajes.
El Itacayo es conocido también como Sisimite y suele aparecerse a quienes no respetan sus dominios, sobre todo aquellos que cazan o pescan numerosos animales para después venderlos. Además, también es dueño de los ríos y cuerpos de agua en sus dominios, por lo que también cuida de los peces.
Muchas leyendas hacen referencia a este personaje, atribuyéndole un sin fin de cualidades y poderes, se relaciona en algunos con el Pie Grande o el Yeti, además se dice que su hogar es una cueva que tiene acceso al inframundo, razón por la que si alguien lo toca, muere.
La máscara de cristal
La leyenda cuenta que un hábil escultor llamado Ambiastro, se dedicó a elaborar figuras de animales y deidades, trabajaba en una cueva luego de la llegada del hombre blanco donde solo convive con sus esculturas.
Juró trabajar en piedra y en ese material esculpía sus ídolos, inmensos, impresionantes y sólidos, en esa cueva vivía, comía y dormía con todas sus esculturas.
Sin embargo, un día se dejó seducir por los olores y colores del exterior, la naturaleza lo llamaba, la madera le atraía y la necesidad de hacer nuevas cosas, entonces salió a recorrer y de sus manos nacieron hermosas figuras de madera.
Trabajaba largas horas y ya no quería regresar a la cueva, las luces, las plantas, los sonidos los aromas, todo le invitaba a dejar atrás la cueva.
Entonces ocurrió, encontró una gran pieza brillante de cristal de roca, no podía trasladarla a la cueva por su gran tamaño y en el medio del bosque se instaló, trabajo sin descanso en su obra, sin dormir o comer lo suficiente, olvidando por completo la cueva y sustituyéndola por una cabaña bañada de luces de astros.
Cuando terminó su obra, era una hermosa máscara pulida de Nana la Lluvia que le llenaba de orgullo y emoción. Pensó en regresar a la cueva, pero no por sus ídolos de piedra, nada de lo que había ahí le interesaba, deseaba su caña para fumar.
Cuando entró en la oscuridad de la caverna, sus ojos no veían nada, aun cuando en tiempos pasados divisar en el interior de la cueva todo lo que había era muy fácil por la costumbre. Llevaba su máscara en la mano y comenzó a buscar su caña, pero recibió un golpe, pensó que se había tropezado, pero recibió otro más.
Aun cuando parece imposible sus ídolos de piedra le golpeaban disgustados por el olvido y la traición de quien juró tallar solo en piedra. Alcanzó a colocarse la máscara entre la lluvia de duros golpes, pero al alcanzar la salida de la cueva, ya estaba muerto.
¡El que agrega criaturas de artificio a la creación, debe saber que esas criaturas se rebelan, lo sepultan y ellas quedan!
Por la ciudad de los caballeros de piedra pasa el entierro de Ambiastro. No se sabe si ríe o si llora, la máscara de cristal de roca que le oculta la cara.
Lo llevan sobre tablas de nogal fragante, los gigantes, los ídolos y los héroes de piedra nacidos de sus manos, hieráticos, atormentados, arrogantes, y le sigue un pueblo de figuras de barro amasadas con el llanto de Nana la Lluvia.
El origen del maíz
Leyendas de la procedencia del maíz en Guatemala son como en otras zonas de Centroamérica muy diversas y diferentes. Existe una que relata que en una oportunidad mientras recolectaban y cazaban, siete hermanos observaron un gran roedor salir de la montaña con una mazorca de maíz.
Los hombres se acercaron al lugar buscando el sitio exacto de donde había salido el animal, pero no lo encontraron. Entonces cansados de buscar intentaron abrir la montaña con una espada, uno tras otro lo intentaron sin poder hacerlo.
El mayor de todos los hermanos, siendo ya un hombre entrado en años, tomó la espada y consiguió abrir el cerro, entonces para su gran sorpresa salieron unas hermosas mazorcas del lugar.
Los hermanos tomaron algunas mazorcas para sembrar y el hermano mayor se quedó con una buena parte y tuvo la mejor cosecha.
Los otros seis hermanos estaban muy enojados y sintieron envidia por el éxito y la prosperidad de su hermano mayor, entonces decidieron arrojarlo al mar para que desapareciera en las aguas.
Pero para disgusto de los seis hermanos, su hermano desaparecido en el fondo del mar, se transformó en el señor de ese cerro y era el encargado de enviar la lluvia para que las cosechas prosperaran.
Lluvias fuertes que inundaban y destruían las milpas de aquellos hombres envidiosos y egoísta, incapaces de ayudarse entre sí, pero que beneficiaban y hacían prosperar a quienes colaboraban y ayudaban a sus vecinos para cosechar.
Se dice que en algunas oportunidades las lluvias traían consigo peces y cangrejos azules, como un obsequio del rey para la gente trabajadora de su pueblo.
Leyenda del Sol
Entre las leyendas cotas de Guatemala encontramos una muy colorida, que relata la historia del Sol, cuando fue un hombre.
En Guazacapán dicen las historias que en los primeros días de los hombres lo que hoy conocemos como el sol era un ser humano, que caminaba, comía y dormía como cualquier otro en este planeta.
Un día después de un largo paseo, el hombre encontró un árbol frondoso, de grueso tronco y verdes hojas y decidió subir a una de sus ramas para descansar. Pero el cansancio lo venció y pronto se sumergió en un largo y sabroso sueño, sin darse cuenta que había llegado la noche y con ella la oscuridad absoluta.
Pero mientras el hombre dormía muchas personas se reunieron bajo el árbol, encendieron una fogata, conversaron, comieron y bebieron mucha y muy buena comida, sin darse cuenta que el hombre dormía en una de las ramas del árbol.
Los exquisitos olores y las risas le despertaron, sin querer importunar se mantuvo en silencio, pero tenía mucha hambre, así que cuando todos se durmieron, bajo del árbol.
Comenzó a buscar algo para comer y abrió algunas cajas y baúles que las personas llevaban. Llamó su atención uno elaborado con madera de ceiba, hermosamente tallado y pulido, no dudó en abrirlo y para su asombro encontró la vestimenta más brillante, resplandeciente y deslumbrante que jamás había visto.
El hombre no soporto la idea de medirse esas hermosas prendas y se vistió, realmente eran deslumbrantes y comenzó a girar y a danzar, sin darse cuenta comenzó a subir al cielo danzando y girando, sin detenerse.
Entonces el hombre subió tan alto, que se quedó como parte del cielo y se convirtió en el Sol, que con sus ropas mágicas brillantes ilumina a los xincas.
La princesa Atatupa
El la Asunción Mita, departamento de Jutiapa, cuentan que el bello arroyo de Atatupa es el resultado de un amor grande y lleno de drama de la hija del cacique de la región.
La Princesa xinka llamada Atatupa, era una mujer hermosa y muy querida por su pueblo, habitaban en las montañas, donde su padre un hombre estricto e intransigente, era el líder y señor.
Se dice que su belleza no tenía comparación y que todos los príncipes y nobles en la región deseaban hacerla su esposa. Muchos pretendientes llegaban de todos los reinos vecinos, pero ya Atatupa tenía a un hombre en su corazón. La joven princesa se enamoró de un príncipe de un reino lejano, que su papá desaprobaba.
Sin embargo, a escondidas los jóvenes se veían y con el paso de los días profundo era su amor, pero como era de esperarse el romance fue descubierto por el señor de los cerros y padre de Atatupa.
Ofendido y cerrado a cualquier súplica no dio su consentimiento, no importó cuanto rogó la princesa Atatupa, el cacique jamás daría su bendición.
La princesa entre sufrimiento y angustia enfermó gravemente y escapó a llorar su dolor al borde de una fuente, que con sus lágrimas se transformó en un arroyo y ahí murió.
Los más antiguos de la comunidad decían que el agua de ese arroyo jamás se enfriaba, es tibia y salada como las lágrimas. También insisten que, si un forastero se baña en el arroyo de Atatupa, tendrá como esposa a una miteca.
Miguel Ángel Asturias
Miguel Ángel Asturias Rosales fue un destacado escritor y periodista guatemalteco, que además destacó en la diplomacia.
Su trabajo fue una constante e importante contribución al desarrollo de la literatura en América latina, sin embargo fue de gran influencia en la cultura de occidente en general.
Pero quizás uno de los aspectos más trascendentes y admirables de este escritor fue su inclinación por la culturas indígenas, en especial por las de su patria, Guatemala.
Las leyendas de Guatemala fueron recopiladas principalmente por Asturias, en el año 1930. Este libro titulado Leyendas de Guatemala, fue publicado con el fin de recopilar el folklore indígena de la región dentro de la literatura, para que de esta forma estuviera disponible para cualquiera.
Miguel Asturias tomo como referencia la gran obra maya, El Popol Vuh, el libro sagrado de la comunidad, para agrupar algunas de los relatos guatemaltecos más sobresalientes y que posteriormente se traducen en otros idiomas.
En esta obra incluye leyendas cortas de Guatemala que se remontan a la creación de los antiguos hombres mayas hasta el descubrimiento y colonización por parte de los españoles, muchos años después.
Esta iniciativa literaria fue la base para que escritores europeos posteriores se interesan y recopilaran también varias historias tradicionales del pueblo indio americano.
Además escribió Hombres de maíz, novela basada en las creencias mayas sobre el origen del hombre y a la que se considera su gran obra. Mulata de tal, otra novela donde incluye muchos aspectos de la mitología maya y la religión católica, recibiendo muy buenas críticas en la década de los sesenta.
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