Siendo motivo de inspiración para innumerables manifestaciones artísticas, de la literatura, del cine y de la música, la trágica historia de amor de Orfeo y Eurídice llega a nuestros días seduciéndonos así como la voz y la lira del insigne poeta sedujo a los hombres y a la naturaleza de la antigüedad e incluso a los demonios del inframundo.
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Orfeo y Eurídice
Orfeo según la versión más aceptada era hijo del dios de las artes Apolo y de la Calíope musa de la poesía épica y de la elocuencia. Otras versiones dicen que el padre de Orfeo fue el rey de Tracia Eagro. Desde la antigüedad es considerado uno de los más grandes músicos y poetas. Inventó la citara agregándole dos cuerdas más a la lira que tiene siete cuerdas. Las nueve cuerdas de la citara de Orfeo es un homenaje a las nueve musas.
Orfeo con su música domaba a las bestias más agresivas y, según la leyenda, detenía el curso de los ríos y movía los árboles e incluso a las rocas. Fue el pionero en la enseñanza de la medicina, la agricultura y la escritura, fue astrologo y practicó las artes mágicas siendo profeta y augur. Estableció los cultos a Apolo y a Dioniso, fue el instaurador de ritos místicos y rituales de iniciación y purificación. Estuvo en Egipto donde conoció los escritos de Moisés. Se dice que Apolo le entregó la lira que Hermes fabricó con el caparazón de una tortuga.
Orfeo y los Argonautas
Según Herodoto, el centauro Quirón aconsejó a Jasón que llevara Orfeo en su viaje en busca del vellocino de oro ya que sin él no podrían superar a las sirenas. Siendo el viaje emprendido por Jasón y sus argonautas un viaje hacia el más allá, rumbo a lo desconocido, lleno de peligros inimaginables, el poder de la música de Orfeo es de una gran importancia. El propio Jasón se traslada a Tracia y le pide a Orfeo su ayuda como guía en las rutas marinas a nombre de todos los argonautas quienes lo reciben con gran alegría cuando este acepta acompañarlos.
Durante el trayecto del Argos, Orfeo con su música dirige el ritmo de los remeros. En la isla de Antemoesa siempre se encuentran al acecho las sirenas, hijas de Aqueloo, con figura en parte de aves y parte hermosas jóvenes que hechizan con sus dulces cantos a quien las escuche. Al acercarse a la isla el Argos a punto estuvieron los tripulantes en soltar amarras sobre sus riberas pero Orfeo tomó su citara e hizo sonar una hermosa y ligera melodía que se impuso por sobre la voz de las hermosas sirenas y los marinos pronto se alejaron del hechizo.
Solo Butes, hijo de Teleonte, se dejó seducir por las hechiceras y se lanzo al mar y nadó hacia la isla y ya estaba a punto de caer en las garras de las sirenas cuando Afrodita se apiado de él rescatándolo y se lo llevó a el monte Lilibeo en Sicilia.
Orfeo y Eurídice en el inframundo
Después de su viaje con los argonautas, Orfeo volvió a Tracia y allí conoció a Eurídice. Eurídice es una ninfa auloníade de Tracia, las ninfas auloníade son propias de los pastos de las montañas y los valles que a menudo se encuentran con el dios de los rebaños Pan. Orfeo y Eurídice enseguida quedaron prendados el uno del otro. Orfeo pidió la mano de la ninfa a Zeus y este la concedió encantado y bendijo su matrimonio. Orfeo y Eurídice vivían felices su tierno y a la vez apasionado amor.
Pocos meses después de su matrimonio Eurídice se encontraba paseando por un bosque, por el mismo bosque estaba casando Aristeo un dios menor hijo de Apolo y Cirene. El dios vio a la ninfa e impresionado por su belleza quiso raptarla. La joven al entender las intenciones del cazador huyó y en su apresurada carrera pisó a una serpiente que dormía la cual la mordió causándole enseguida una dolorosa muerte.
Al enterarse de la muerte de su amada Orfeo se fue a orillas a orillas del río Estrimón y allí entre lamentos tomó la citara e interpretó tan tristes canciones que las ninfas lloraron con él y los dioses, estremecidos por tan lastimaras notas le aconsejaron que no se resignara y que se decidiera a bajar en búsqueda de su amada al inframundo.
Pero el camino al Tártaro es peligroso y lleno de obstáculos. Al llegar junto a Caronte lo convenció de cruzarlo por el río Aqueronte entonando una dulce melodía que conmovió al duro barquero. Después enfrentó a Cerbero el can de tres cabezas que protege la entrada al inframundo. Otra vez usando la magia de su música logra apaciguar al terrible monstruo y seguir su camino.
Siempre acompañado de su música Orfeo se adentro en el oscuro mundo. La magia de su melodía detuvo el suplicio de los condenados. Por un instante Sísifo pudo descansar de su eterna condena al quedar la piedra que trasportaba suspendida, los buitres que devoraban incansables a Prometeo quedaron embelesados por la dulce música. Tántalo olvidó su eterna hambre y su sed al escuchar la voz de Orfeo.
El desesperado Orfeo por fin llegó ante la presencia del dios del inframundo Hades y de su esposa Perséfone. Orfeo acompañado de su música y con suplicantes palabras solicitó al dios su autorización para llevarse con él a su adorada esposa al mundo de los vivos. Hades le dice que su fama de excelente músico había llegado al inframundo pero solo después de escucharlo pudo convencerse de la verdad de lo que decían las leyendas.
Conmovido por su voz y el sonido de su lira Hades accedió a su petición pero Perséfone los detuvo poniéndole como condición de que caminase delante de ella sin hablar y no volviese la vista a mirarla hasta que estuvieran en el mundo superior y los rayos del sol iluminasen completamente a Eurídice. Tras aceptar la condición Orfeo y Eurídice emprendieron el camino de regreso, ella siempre detrás de él.
Orfeo resistió durante todo el trayecto el deseo de mirar a su amada a pesar de que no escuchaba nada y no estaba seguro si ella lo seguía. Llegaron hasta Caronte que se sintió feliz de transportarlo al mundo de los vivos. Cuando llegaron al mundo exterior Orfeo impaciente se volvió a mirar a su esposa pero ella todavía tenía un pie en el camino del inframundo al que no le había iluminado el sol. Orfeo vio horrorizado como su amada se convertía en una columna de humo que se desvanecía lentamente perdiéndola para siempre.
Muerte de Orfeo
Según cuenta el poeta romana Ovidio, Orfeo trató de regresar al inframundo a buscar a Eurídice, pero Caronte no acepto transportarlo de nuevo. Así que el músico se fue al monte Ródope en Tracia. Internado en las montañas Orfeo rechazó las insinuaciones de las ninfas y de muchas mujeres que seducidas por su canto se acercaban a él con intenciones amorosas. Orfeo cantaba y tocaba dolorosas melodías en las que lloraba a su amada que hacían estremecer a todo el bosque.
Las bacantes tracias oyeron su música y trataron de seducirlo pero él, fiel al recuerdo de su amada las rechazó. La mujeres se enfurecieron al sentirse despreciadas y lo apedrearon hasta causarle la muerte y luego lo desmembraron. Lanzaron su cabeza y su lira al río Hebro cuya corriente la llevó al mar llegando cerca a la isla de Lesbos. Según una leyenda la cabeza de Orfeo seguía cantando a su amada mientras flotaba sobre las aguas.
Una serpiente trató de comerse la cabeza de Orfeo y Apolo la convirtió en piedra. La bacanes fueron convertidas en árboles por Dioniso como castigo. Las almas de Orfeo y Eurídice se unieron en el inframundo donde permanecen juntas por toda la eternidad.
Eratóstenes recopiló una versión contenida en una obra olvidada de Esquilo donde dice Orfeo no quiso seguir presidiendo los misterio del culto de Dioniso y decidió considerar como deidad principal al dios del sol Helios dándole en nombre de Apolo.
El dios del vino y la fertilidad se molestó por esto y ordenó a las ménades que lo atacaran. Las seguidoras de Dioniso encontraron a Orfeo en el monte Pangeo y lo despedazaron. Las ninfas recogieron los miembros de Orfeo y los enterraron cerca del monte Olimpo en Libetros. Zeus convirtió a su lira en una constelación.
Existen otras versiones sobre la muerte de Orfeo, el geógrafo griego Pausanias cuenta que a Orfeo lo mataron, embriagadas por el vino, las mujeres a las que él obligaba a que lo siguieran durante sus viajes estableciéndose la costumbre, según el historiador, de que los hombres solo salían a combatir después de beber vino. Se dice que Zeus mató a Orfeo con un rayo por haber revelado a los hombres misterios secretos de los cuales se enteró en su viaje al inframundo. También se dice que Orfeo se suicidó al ver que Eurídice no lo seguía al salir del inframundo.
El escritor latino Cayo Julio Higino da dos versiones diferentes. La madre de Orfeo, Calíope falló en contra de Afrodita cuando sirvió de juez cuando la diosa de la belleza se enfrentó con Perséfone por la posesión de Adonis. En venganza por esta decisión que le parecía injusta, Afrodita hechizó a las mujeres tracias se enamoraran todas de Orfeo con tanta desesperación que en su deseo de poseerlo lo despedazaron.
Higino también sostiene que las mujeres tracias se sintieron ofendidas porque Orfeo fue el primer hombre que mantuvo relaciones amorosas con otro hombre y por eso lo despedazaron.
Por su parte el filosofo Platón es de la opinión de que lo castigaron los dioses, condenándolo a morir en mano de las mujeres, por su cobardía al no morir por su amada como lo hizo la hija de Pelias, Alcestis quien prefirió morir ella ofreciendo su vida a cambio a la de su marido Admeto.
La leyenda sostiene que la tumba de Orfeo estaba en Libetros. Según la tradición el oráculo de Dioniso predijo que la ciudad de Libetros seria destruida por un jabalí cuando los restos de Orfeo fuesen tocados por la luz del sol. Según el mito un pastor se quedó dormido junto a la tumba de Orfeo y entre sueños cantaba versos propios de Orfeo. Otros pastores y agricultores que por allí pasaban quedaron maravillados por los cantos y se acercaron a escucharlos.
Fueron tantos los que se reunieron que al poco tiempo comenzó una pelea por estar cerca del pastor cantante la pelea fue tan violenta que terminaron rompiendo tanto la columna que contenía los restos del poeta y estos quedaros expuestos al sol. Esa noche callo una lluvia tan torrencial que el río Sys (jabalí) proveniente del monte Olimpo se desbordo y causo una inundación que destruyó completamente la ciudad de Libetros matando a todos sus habitantes y acabando con todos los animales. Después los retos de Orfeo fueron llevados a Díon en Pieria, Macedonia.
Se dice que los restos del gran poeta y músico Orfeo se encontraban en una columna ubicada en el camino que conduce desde la ciudad de Díon hasta el monte Helicón en Pieria, Macedonia, por allí pasa el río Helicón que se esconde bajo tierra para salir a la superficie más adelante. Según el mito el río era totalmente superficial y a partir de la muerte de Orfeo se esconde bajo tierra para impedir que se purifiquen en sus aguas las que asesinaron al poeta.
Poemas y Ritos
A Orfeo se le atribuyen gran cantidad de poemas religiosos, de ellos solo sobreviven dos completos: un grupo de himnos y la Argonáutica Órfica compuestos entre el siglo VI al siglo II a.C. Solo existen fragmentos del papiro de la literatura órfica anterior al siglo VI a.C y menciones de autores posteriores.
Además de servir de base para relatos mitológicos los poemas órficos se recitaban en rituales de purificación. El filósofo griego Platón cuenta que sacerdotes mendicantes ofrecían a los creyentes adinerados purificaciones que limpiaban los crímenes que hubieran cometido ellos o sus antepasados mediante hechizos o sacrificios que se basaban supuestamente en libros de Orfeo y Museo en prácticas a las que llamaban “iniciaciones en los misterios”.
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