Mitología Azteca: historias, tradiciones, mitos y más

Durante el período mesoamericano, existió un conjunto complejo de diferentes culturas; cada una de ellas tenía su propio sistema de creencias. En este caso, hablaremos de la Mitología Azteca y de cómo sus creencias influyeron el día a día de esta cultura.

MITOLOGÍA AZTECA

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Mitología Azteca

Los aztecas y/o mexicas construyeron una de las ciudades más grande de toda Mesoamérica, con un sistema de gobierno poderoso que se estableció durante muchos años. La estructura de toda esta civilización, estuvo sustentada primordialmente en sus creencias y fe; es así como estos lograron crear y mantener todo este gran imperio.

Peregrinación hacia la tierra prometida 

Durante los comienzos del siglo XII, empieza una gran migración proveniente de la ciudad de Aztlán, al norte de México, acompañados y guiados por el colibrí zurdo (el dios del sol y la guerra); en búsqueda de la tierra sagrada prometida. Cuenta la leyenda, que esta sería encontrada cuando los aztecas vieran a un águila apostado sobre un cactus comiéndose a una serpiente. Esta imagen, sería el fin de la peregrinación y el inicio de la construcción de una de las ciudades más grande y poderosa de esos tiempos; llamada Tenochtitlán.

Estos individuos antes de asentarse, deambularon entre una región y otra por alrededor de unos 200 años; viviendo meramente de la caza y cosecha de frutos. Era una población fuerte, tenían un adiestramiento muy disciplinado de orden militar; esta característica les permitió durante y posterior a su asentamiento, combatir y conquistar a otras naciones vecinas.

El pueblo Azteca tenía la certeza de que eran el pueblo electo por el sol, y por lo tanto estaban determinados siempre al triunfo; se sentían poderosos por poseer la bendición de los dioses en especial Huitzilopochtli. Quien siempre los acompañaba y lideraba, con el compromiso de llevarlos al sitio donde reinarían y dominarían los cuatros puntos cardinales de la tierra; para extender su total dominio.

Los aztecas antes de iniciar su viaje migratorio, permanecieron durante mil catorce años viviendo en una gran isla llamada Aztlán (territorio de garzas blancas). En esta isla, habitaban siete etnias diferentes que tenían un solo gobernante llamado Chalchiuhtlatonac o Mexi, hermano menor del rey de los cuextecas.

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Dentro de esta isla, había un lugar llamado Chicomoztoc (lugar de siete cuevas), y según la mitología azteca en el momento de la creación del mundo, los aztecas emergieron de las profundidades de estas cuevas para luego establecerse en Aztlán, de donde adquirieron su nombre; y posteriormente emprendieron su viaje hacia la tierra prometida.

En la civilización azteca, se tenía la idea de que el tiempo era cíclico; es decir, que todo origen tiene pautado un período de tiempo y un fin, y este último sería el principio de otro tiempo; la finalidad de este estado cíclico le permitiría a esta cultura, siempre estar en la búsqueda constante de su identidad en la tierra.

Su ideal social era el de dejar su ayer peregrino. Volver a su hogar era su potencial para revivir de nuevo ante los ojos del mundo y hacia sí mismos, renaciendo como una nueva nación poderosa. El trato de los aztecas con su dios el colibrí del sur se cumple, y con ello obtienen así el territorio donde estos gobernarían por siempre.

En el texto de la Crónica Mexicáyotl obra escrita en idioma náhuatl por Hernando de Alvarado Tezozómoc con algunas inclusiones de Alonso Franco y Domingo Francisco Chimalpahin Quauhtlehuanitzin, en torno a 1598; que menciona la leyenda del pueblo azteca desde su salida de Aztlán hasta el inicio de la Conquista de México. Expresa que el dios le dice a los aztecas, lo siguiente:

“Pueblo ahora no te llamaras azteca, ustedes son mexitin, y como distintivo les pidió que se coloquen una pluma blanca sobre las orejas; y al mismo tiempo le dio arcos, flechas y mallas, herramientas necesarias para sobrevivir”.

Como reseña es importante destacar, que Hernando de Alvarado Tezozómoc, era hijo del heredero al trono el emperador Cuitláhuac y nieto de Moctezuma; vivió entre los años 1525 y 1610 (principios de la conquista de México) y fungió como intérprete en la Audiencia Real de la Ciudad de México, del idioma tradicional de esta cultura el náhuatl.

Creación del Sol y la Luna

Cuando todavía era de noche, cuando todo estaba en oscuridad, los todopoderosos del cielo se congregaron en Teotihuacán y se preguntaron: «¿Quién encenderá la luz, quién creará la aurora?»

Los dioses reunidos convinieron en que al menos dos de ellos debían ser sacrificados para así obtener a un nuevo sol. Tecuciztécatl “señor de los caracoles” y Nanahuatzin “el ponzoñoso” (posteriormente llamado Tonatiuh), son los primeros que se ofrecen. Ambos querían ser el astro rey del quinto intento en búsqueda de la magnificencia humana. Ante esto, ellos debían efectuar durante una semana sacrificios de limpieza para luego saltar sobre el fuego sagrado; que finalmente liberaría el elemento para ser transformado en energía.

Para todo este ritual sagrado de creación, los dioses debían poseer una serie de artilugios que debían ser entregados como dádiva. Tecuciztécatl en lugar de usar las ramas de abies y las pelotas de barba de pino, en la que colocaban espinas de agave con los que se debían pinchar; utilizó el plumaje de un quetzal en sustitución al abies y pelotas de oro con hermosa pedrería, y en vez de torturarse con espinas de agave entregó espinas elaboradas de coral.

Al presentar generosos regalos Tecuciztécatl no se responsabilizó y evitó el auto-sacrificio. Caso contrario a Nanahuatzin, que si se consagró con gran responsabilidad; usando el abies y las pelotas de pino con las astillas de agave. Entre ambos seres divinos, se notaba mucho la diferencia en cuanto al concepto que cada uno tenía acerca del sacrificio espiritual; uno de ellos confundió esta acción con la abundancia tangible, y el otro en cambio comprometido aceptó al sacrificar su carne para limpiar su alma.

Llegado el momento en el que los dioses debían arrojarse sobre las llamas sagradas, que serían  las encargadas de liberar a los dioses penitentes de todas las impurezas terrenales. El primer turno le tocó a Tecuciztécatl, que intento arrojarse a las llamas cuatro veces pero el miedo finalmente lo traicionó. Luego le tocó a Nanahuatzin, quien en su primera oportunidad decidió arrojarse a las grandes llamas del fuego sagrado. Lleno de vergüenza, Tecuciztécatl salta pero ya era muy tarde.

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Es así, como Nanahuatzin se convierte en el quinto astro rey de los cielos y Tecuciztécatl se convirtió en la Luna, luego de saltar venciendo su miedo; este surgió por el Oriente. Como castigo los dioses le arrojaron un conejo en su cara, para que este no fuera tan lumínico en comparación al astro rey.

Ante la falta de movimiento del sol, los dioses tuvieron que sacrificarse para alimentar a este con la vital energía depositada en la sangre, que proporcionaba al astro la suficiente potencia para realizar su viaje cósmico diario. Cuando murieron todos los dioses, Tonatiuh el sol; emprendió su viaje por el alba, dejando totalmente ordenado a todo el pueblo y a su gente. Como heredero directo Huitzilopochtli, necesitaría de sacrificios humanos para darle siempre al astro rey la suficiente energía vital, que este necesitaba para su viaje.

Origen del Colibrí del Sur – Huitzilopochtli

En la mitología azteca se reseña que cuando Coatlicue la “diosa de la tierra”,  ve caer una lluvia de plumas finas y brillantes toma un puño de esta y las colocó en su pecho; sin estar al tanto de ello, esta quedó inmediatamente embarazada.

Cuando su hija mayor Coyolxauhqui la “diosa de luna” se entera del embarazo, se avergüenza y enfadada muchísimo con su madre; por lo que decide sublevarse junto con sus hermanos Centzon Huitznahua las “cuatrocientas estrellas del cielo”, con la finalidad de asesinar a su madre y a su hermano Huitzilopochtli “dios del sol”.

Huitzilopochtli siendo consciente de la situación de peligro tanto para él como para su madre, procede a salir del vientre de ella representado como todo un guerrero y acompañado de su mítica espada Xiuhcóatl “serpiente de fuego”; allí comienza a batallar con todos los rebeldes dando muerte a la mayoría de sus hermanos Centzon Huitznahua, los sobrevivientes huyeron hacia al sur donde desde entonces se les vería en el firmamento.

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Por último acabó con la vida de su hermana, desmembrando su cuerpo cayó rodando por una colina y su cabeza fue lanzada hacia el cielo donde permanecería por siempre.

México palabra con historia

Son muchas las suposiciones del origen de la palabra México, sin embargo las más cercanas a la realidad histórica de esta cultura; en función de algunos estudiosos históricos, así como también de los relatos suministrados por antepasados de los aztecas. Establecen que la palabra México se origina de Mexitli, que es el segundo nombre con el que se identifica al dios del sol Huitzilopochtli.

Es importante recordar, que este dios les dio a los aztecas luego de salir de Aztlán; la denominación mexitin o mexicas. Según la hipótesis, la palabra Mexitli, lingüísticamente, más la terminación «co», que significa lugar, nos da la expresión México «tierra de Mexitli».

Otra hipótesis sugiere, que la palabra fue tomada directamente del nombre de su gobernante Mexi con el que partieron de Aztlán, y en consecuencia a que este era su líder supremo; no es raro que todo un pueblo tomara su nombre como referencia para que estos fueran nombrados.

En conclusión, independientemente de la verdadera historia detrás de la palabra México; algo muy cierto de esta es que fue utilizada para nombrar desde su creación a la ciudad de la tierra prometida. Posteriormente, tras la muerte del embajador Ténoch en su honor el nombre de la ciudad cambiaría a México Tenochtitlán.

El Primer Embajador

Durante los años 1299 y 1363, existió el primer emperador de los aztecas o mexicas llamado Ténoch “tuna de piedra”; este fue un comandante militar y sacerdote que acompaño a esta población durante la etapa final de la migración, hasta el asentamiento definitivo en la tierra prometida. A él junto a su cofradía militar, se le adjudica el hallazgo del águila devorando a la serpiente, que de acuerdo al mito allí era donde el dios del sol les pedía que construyeran la mayor ciudad de toda esta civilización.

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Es importante señalar, que de este personaje hay muchas historias además de señalar que vivió por más de cien años; esto hace que algunos historiadores sugieran que pudo haber dos personas con el mismo nombre y tiempos diferentes.

A través de las proezas militares de Ténoch y su cofradía, este logra fortalecer al  estado mexicano mediante la unión política militar con los pueblos de Texcoco y Tlacopan; este acuerdo fue denominado la “Triple Alianza”. Existía un gobierno triple pero con preeminencia azteca y/o mexica, en el cual nombran a Ténoch como el primer Huey Tlatoanis (gran gobernante o emperador), fue el primero en tener el primer cargo más alto de esta cultura, gobernando así a todo el nuevo imperio de México.

El inicio de los Huey Tlatoanis comenzó con este primer emperador, como también el linaje a través de la fusión con la cultura tolteca aldea amiga, se comienza a recaudar impuesto a los pueblos dominados, generan la acumulación de una gran fortuna y poder, y por último crean una clase noble privilegiada.

Los Guerreros Aztecas

Aunque perduraron mucho tiempo en una peregrinación, este pueblo logró construir en tan solo unos doscientos años uno de los imperios más grandes y poderoso de toda Mesoamérica.

La estructura eficaz de gobierno que esta cultura tenía, le daba la capacidad de tener un gran poder militar e innumerable adquisición de riquezas, que puede ser comparada a la del imperio romano. Los aztecas y/o mexicos, al igual que otros grandes imperios pasados construyeron su dominio en base a su fe; desde la infancia a todo el pueblo azteca se le impartía enseñanzas en cuanto a su milenaria religión, así como también de las artes de defensa militares. Así es señalado en el texto de las Crónica Mexicáyotl:

«Asiéntense, divídanse, funden aldeas en los cuatros espacios de la tierras”, inmediatamente obedecieron los mexicanos.

Un militarismo teocrático fuerte y establecido, llevó a los aztecas a una supuesta conquista del mundo como ninguna otra en la historia de América. Para producir su grandeza obtenían sus riquezas, utilizando el tributo en especies que recaudaban de las aldeas dominadas. Es así, que la guerra fue su primordial fuente de riqueza y poder; independientemente de la actividad comercial que también se desarrolló y fue practicada en este pueblo.

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Los aztecas nacieron para la guerra, entrenaban duro para las mismas y de ser posible hasta morían en batallas, para que sus almas pudieran descansar en la “Casa del Sol ”, paraíso a donde iban las almas muertas en batallas, sacrificios y las parturientas que fallecían durante el trabajo de parto.

Tenochtitlán, la antigua «Venecia del Nuevo Mundo»

En el año 1325 fue fundada la ciudad de México, construida sobre la base de una colina en una de las lagunas de la cuenca de México en el valle del Anáhuac. Utilizando un hábil método de cultivo basado en las “chinapas”, fundamentado en tejer hierbas y arcilla en vallas rectangulares en zonas pantanosas. Los aztecas por consiguiente, utilizan el lago como tierra para la siembra, y logran a través de un sistema de columnas extender el territorio. De esta forma logran aumentar el tamaño de esta pequeña isla.

Es sorprendente la magnificencia que la solemne ciudad de Tenochtitlán, había conseguido ya para la época de la conquista en 1521. Se estima que la población que habitó esta ciudad era de aproximadamente unos 200.000 mil pobladores; y las aldeas vecinas como Texcoco e Iztapalapa tenían cada una alrededor de 100.000 mil.

Entre los edificios y santuarios que formaban el área ceremonial instalada en el centro de la ciudad, sobresalía la “Gran Pirámide del Templo Mayor”; que contiene unos 60 metros de altura y sus dos templos gemelos colocados en la parte superior, dedicados a: el dios del sol Huitzilopochtli y el dios de la lluvia Tlaloc. El complejo de altos edificios perfeccionados en color blanco y lujosamente decorados, resplandecían día y tarde como homenaje al dios del sol.

Tenochtitlan «La Venecia del Nuevo Mundo», fue denominada así por los innumerables canales de agua color turquesa que rodeaban a la ciudad, y las más de 20 mil embarcaciones que paseaban por estos canales diariamente.  Cuando los españoles llegaron a esta ciudad durante la época de la conquista, no pudieron ocultar el asombro y el embelesamiento que esta les causaba. Un ejemplo de ello, fue la descripción que hizo el conquistador Hernán Cortés refiriéndose a la Plaza del Zócalo, a continuación su testimonio:

«Después de una buena mirada y consideración de todo lo que habíamos visto, giramos para ver la plaza principal y ante nosotros había soldados que habían estado en muchas partes del mundo y en Constantinopla, y en toda Italia y Roma, y ​​dijeron que la plaza estaba tan bien armonizada y con tanto acuerdo y tamaño, y llena de tanta gente que no la habían visto».

Concepciones Religiosas

La religión de esta cultura estaba caracterizada por ser politeísta, donde adoraban a más de un dios. Los más importantes para ellos eran los dioses asociados con el sol y la agricultura. Para rendirles honor a todos los dioses, realizaban grandes ceremonias donde efectuaban diferentes rituales.

Cuando esta civilización llego al valle de México, añadieron a sus creencias nuevo dioses; sin olvidar a sus dioses de origen. Es más, estos eran los más venerados por ellos; de allí la mayor importancia que estos le dedicaban. Durante la veneración de sus dioses, estos llevaban ofrendas las cuales variaban según las características propias de cada deidad. En la mayoría de los casos, las ofrendas más populares incluían sacrificios de animales como humano y de sangre.

En la religión azteca, se creía que el sol después de un cierto número de años moría; y para el renacimiento de este, los dioses efectuaban sacrificios y  a su vez lideraban batallas espirituales en donde perdían mucha energía. Es por ello, que los creyentes realizaban sacrificios de sangre, los dioses tomaban de ella y esto les hacia recuperar las energías que necesitaba el astro para su viaje diario en el alba.

Las víctimas para estos sacrificios debían ser voluntarios, en algunos casos se tomaban a los prisioneros. Una práctica muy común de esta cultura, fue la realización del Tzompantli; que consistía en la decapitación de un individuo, donde posteriormente tomaban la cabeza reduciéndola a calavera. Luego le abrían huecos en los laterales, atravesaban una vara de madera entre ella y colocaban así varias calaveras juntas. A partir de la llegada de conquista española, estas prácticas fueron desapareciendo en el tiempo.

Como dato de interés, los habitantes pertenecientes a esta cultura no tenían pánico a la muerte. Su predestinación en el otro mundo era determinado por la forma en la que se daba su muerte, más no por el tipo de comportamiento que había tenido la persona en vida. En el inframundo, existían diferentes lugares a los que las almas llegaban de acuerdo a la forma en que se daba su muerte, ellos eran los siguientes:

  • Mictlán: todos los que morían por muerte natural, sin ningún tipo de distinción.
  • Tlalocán: los que morían por ahogamiento, derrames o el impacto de un rayo.
  • Chichihualcuauhco: iban todos los infantes que eran aun amamantados por sus madres.
  • Tonatiuhichan: los que perdieron su vida en batallas, sacrificios y parturientas que fallecían durante el trabajo de parto. Este último era el paraíso, que otorgaba la facultad de ser acompañante del dios del sol durante su viaje en el cielo hasta llegar a su cúspide.

Dioses Aztecas

En la mitología azteca, existían una variedad de dioses que estaban generalmente divididos entre el cielo y la tierra. Estos dioses eran encarnaciones de las fuerzas naturales las cuales habitualmente son representadas con cualidades humanas.

Entre los dioses que podemos encontrar en esta creencia tenemos: los de origen (relacionados con la creación del mundo y el hombre), los guardianes (protectores asignados a los pueblos), así como también los dioses relacionados a las actividades y de  aspectos de devoción más individual y personal. A continuación, conoceremos alguno de ellos:

Ometéotl

Es el dios de la energía dual¸ llamado también como “Moyocoyani» el que se creó así mismo; fue la primera manifestación omnipotente que dio origen a todo el universo, mundo y toda la vida. Generalmente está representado por una pareja, el hombre “Ometecuhtli” y la mujer “Omecihuatl”, considerados como los dioses del principio y origen, y todas las almas.

Huitzilopochtli

Dios del sol y la guerra; también era llamado colibrí del sur o colibrí izquierdo, es uno de los más venerados en la mitología azteca. De acuerdo a la mitología azteca, este joven era el hijo de la diosa de la tierra y fertilidad Coatlicue, y Tonatiuh el quinto sol. Al nacer, tuvo que enfrentarse a la revolución generada por sus hermanos; y desde ese momento ha gobernado la aurora siendo el astro rey.

Tláloc

Dios de la lluvia, la fertilidad, los rayos y terremotos; llamado también el “néctar de la tierra”. Era el dios que hacia germinar todas las cosas que habitaban la tierra. Antiguamente, se hacían ceremonias en honor a él durante el primer mes del año azteca.

Chalchiuhtlicue

Diosa de todas las aguas (mares, lagos, ríos y cualquier corriente fluvial), protectora  en los nacimientos. Se dice que, esta iluminó a través de la lluvia la salida del primer sol. A esta diosa los aztecas la veneraban con ceremonias todos los primeros día del año.

Tonatiuh 

Era el dios del Sol, líder del cielo; y de acuerdo a la mitología azteca también es considerado como el quinto dios. Este dios se convirtió en el sol eterno luego de que todos los dioses se sacrificaran por él, para que este cumpliera con su destino de iluminar durante su viaje diario a todo el cielo. El acto de los dioses, se convertiría tiempo después en los principales rituales que esta cultura practicaba durante la veneración de sus deidades.

Tonacatecuhtli y Tonacacihuatl

Dioses de energía dual (femenina y masculina), que representan el sustento y alimento diario; además simbolizan el aspecto cordial y bondadoso de todo lo espiritual, y son reconocidos como los padres proveedores del alimento.

Mictlantecuhtli y Mictlancihuatl

Son los dioses de la muerte y el inframundo. Son los encargados de generar la muerte; siendo los antagonista de las manifestaciones de Ometéotl. Son los reyes del Mitclan (inframundo en la mitología azteca), lugar sumergido en oscuridad donde vagaban las almas en el centro de la tierra; a donde por voluntad propia nadie quería llegar.

Coatlicue

Diosa de la tierra, la fertilidad y el resurrección; llamada también como “la de la falda de serpientes”. Madre de Huitzilopochtli y otros dioses. Esta simboliza lo maternal en su doble significado: el nacimiento y muerte, fecundidad y voracidad.

Quetzalcóatl

Dios de la luz, la vida, la fertilidad y la sabiduría; es también llamado la “serpiente emplumada”. Es el primogénito de Tonacatecuhtli y Tonacacihuatl, este fue el segundo astro rey de la mitología azteca. Algunos reseñan, que este dios era considerado como el más importante de esta cultura.

Tezcatlipoca

Dios del cielo y la tierra, protector del hombre y legado de vida. En la mitología azteca, este dios represento al primer sol. Es el origen de la fuerza y la alegría, patrono de las contiendas; con su omnipresencia fuerte e invisible, este dios era uno de los más favoritos para el culto. Se dice, que este dios tenía en su poder un espejo de roca volcánica, que le servía para vigilar todos los pensamientos y movimientos del hombre; este espejo expulsaba un poderoso humo que asesinaba a todos sus enemigos.

Xochipilli 

Diosa de todos los placeres de la vida; era también llamada “flor preciosa o noble”. Esta diosa representaba al amor, el goce, del deporte, lo hermoso, las flores, la música, las artes y la embriaguez. Durante los rituales en honor a esta diosa, los aztecas se congregaban masivamente donde cada uno llevaban como ofrenda parte de sus cultivos; con la finalidad de hacer un gran banquete en honor a ella.

Metztli

Diosa de la luna; también llamada “la de la serpiente en la cara”. Esta diosa era una de las más veneradas por los aztecas, ya que esta dominaba el agua con las serpientes. Su poder podía provocar inundaciones y grandes tormentas; y en contraparte podía ser fuente de bendiciones ya que representaba también al amor materno. En el calendario azteca, representaron a esta diosa en cuanto a sus fases lunares.

Atlacoya

Diosa de la sequía; llamada también como “agua triste”. Esta diosa personifica el desaliento, los aztecas además tenían pánico de ella; ya que era catalogada como la ávida de la fertilidad.

Centeotl

Dios de energía dual que representaban al maíz. Estos dioses también eran los patronos del estado de embriaguez y los licores, que se utilizaban en todos los rituales de las ceremonias aztecas.

Tlazolteotl

Diosa del pescado, el vicio y depravación sexual. Esta diosa era venerada por su capacidad de sanar enfermedades venéreas. Era madre de los dioses del maíz Centeotl.

Citlalicue

Diosa forjadora junto con su cónyuge Citlalatonac, de las constelaciones y la vía láctica. También se le asocia la creación de la tierra, la penumbra y la muerte.

Cipactónal y  Oxomoco

Dioses de la astrología, hechicería y el calendario. Estos dioses tienen la capacidad de enfrentarse a los poderes sobrenaturales. Cipactónal es el señor encargado de los conocimientos y a su vez, se le atribuye la creación de los demás dioses; y su esposa Oxomoco es la encomendada para el arte de la predicción, la confección de lienzos y el trabajo de las parteras.

Conocimiento, Escritura y Calendario

La civilización azteca aparte de tener una de las ciudades más grandes y poderosas de Mesoamérica, también contaban con conocimientos amplios y variados importantes que eran  desarrollados mediante diferentes actividades como la escultura, orfebrería, cerámica, literatura, astronomía, entre otros; donde simbólicamente reflejaban constantemente sus creencias religiosas. A continuación conoceremos en detalle cada uno de ellos:

Orfebrería

Los mejores trabajos de orfebrería realizados en toda Mesoamérica, fueron los ejecutados por los aztecas. Estos adquirieron mucha experiencia en la fundición y combinación de metales preciosos como el oro y la plata. El trabajo de estos puede ser visualizado en las dádivas que fueron encontradas en las catatumbas del Monte de Albán.

Generalmente, los metales era usados para elaborar prendas como: gargantillas, zarcillos, pulseras, solapas, entre otros; también hacían imágenes y receptáculos. A menudo, se agregaban a estos artilugios piedras semipreciosas  como la turquesa, la amatista y el jade; creando ornamentos hermosos.

Escultura

La escultura en esta civilización era básicamente monumental y parecía estar asociada a grandiosas edificaciones arquitectónicas. Todas las esculturas estaban relacionadas sobretodo con su credo religioso. Hay grandes esculturas que representan y narran toda la historia de la mitología azteca. 

En el Museo Nacional de Antropología de México, se encuentran exhibidas muchas de las obras que fueron encontradas durante los trabajos arqueológicos realizados en México; entre ellas se exhibe la figura de Coatlicue, la piedra del sol o calendario azteca; la cabeza de Coyolxauhqui y la Piedra de Tizoc.

Hay obras esculturales más pequeñas entre las que resaltamos el Caballero Águila, que figura el rostro de un guerrero que viene del pico de un águila y algunas imágenes del dios Tláloc y la diosa Chalchiuhtlicue. La más famosa es la imagen de la diosa de las flores Xochipilli, donde está sentada en lugar grande con su cuerpo cubierto de tatuajes de flores.

Las pequeñas esculturas de piedras también obtuvieron gran importancia. Por lo general, pertenece más a la vida cotidiana; representando animales y objetos comunes, algunas de estas esculturas tienen rastros de pintura e insertos  de diferentes piedras.

Los aztecas lograron crear obras magnificas con materiales sumamente difíciles de trabajar; entre las elaboraciones más complejas podemos encontrar un receptáculo de obsidiana representando a un primate, y una calavera de cristal de pulido perfecto casi trasparente; que se encuentra en el Museo  de la Humanidad de Londres.

Las esculturas de madera y la piedra turquesa, aunque mucho más pequeñas, hicieron una contribución interesante. Encontramos timbales con realces muy complicados, molduras de espejo de obsidiana y los llamados azulejos de turquesa que son famosas en esta cultura.

Cerámica

La cerámica era una de las maneras más popular para expresarse, especialmente en relación con las figuras de personas y dioses, entre las que destacan las figuras femeniles representando la fecundidad y lo religioso.

Las figuras femeniles parecen estar de pie, con el cabello separado en un tejido que se eleva sobre sus cabezas, una falda larga adornada, y generalmente llevan otras dos figuras más pequeñas en sus brazos. Muchos hacen referencia de que esta representación pueda ser la diosa madre azteca (Tonantzin, Xochiquetzal, Coatlicue o Cihuacóatl), consideradas como insignia de la maternidad. Otras representaciones en figuras son la de los omnipotentes Tláloc y Quetzalcóatl Ehécatl.

Plumería

Cuando los aztecas realizaban mosaicos utilizaban plumas para ornamentar los mismos. Usaban aves que habitaban los bosques del sur de México y parte de Guatemala; algunas eran cazadas con técnicas que protegían su plumaje y otras eran criadas en cautiverio. Las mismas las clasificaban de acuerdo a su tamaño y color; el color más valorado era el verde que obtenían primordialmente del queztal, los rojos del tlauquecholli, y los azul turquesa de xiuhtótotl.

Los expertos que se consagraban plenamente en este arte eran identificados como amanteca, y eran muy estimados por la civilización azteca. En la actualidad, se mantienen en buenas condiciones obras relacionadas a esta; como la corona de Moctezuma que se encuentra en el Museo Etnográfico de Viena.

Literatura y Música

Durante la época de la conquista, muchos de los códices (textos prehispánicos), fueron coleccionados una cantidad de escritos en idioma náhuatl con escrituras en latín. Uno de los más destacados fue el manuscrito del Fraile Bernardino de Sahagún, llamados Anales de Tlatelolco y los Códices Matritenses; que contaban con dibujos representativos de la época y la narrativa histórica de esta cultura.

La totalidad de los manuscritos aztecas, son copias de códices antiguos o recopilaciones posteriores a la llegada de los españoles; que generalmente eran elaborados por los frailes a pedido de los liberadores. Otros que podemos nombrar son el Códice Borbónico y Tonalamatl Aubin,entre otros.

En relación a la música y el baile, existían una gran variedad de instrumentos musicales que eran utilizados para hacer graduaciones pentafónicas en un modo de seis a más tonos.

El Calendario

Los aztecas trabajaron con una derivación del cálculo del tiempo maya; donde para los aztecas el calendario congregó el Tonalpohualli, durante un ciclo ritual de 260 días con el año solar de 365.

Durante cada año hubo cinco días mortales llamados nemontemi, día los cuales no se realizaba ningún tipo de trabajo. En su noción cíclica del tiempo, los aztecas concebían que después de cincuenta y dos años, el mundo terminaría. Al principio del final de ese período, aterrorizados trataron de apaciguar a los dioses con sacrificios y dádivas; si el desastre no ocurriría, volvían a prender las llamas del hogar regresando a su vida normal.

Ellos elaboraron una piedra solar (representación de la piedra solar del calendario azteca), hay una exhibida en el Nacional de Antropología en México; esta tiene alrededor de 4 metros de diámetro y pesa alrededor de unas 25 toneladas, en el centro de esta se encuentra reflejado al quinto dios del sol Tonatiuh, englobado de cuatro partes cuadradas que simbolizan los misterios de los dioses, y las cuatros períodos anteriores del mundo. Junto a un grupo de símbolos que representan los veinte días del mes azteca.

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